La única residente en el piso? Y es que yo sigo conservando esa memoria idealizada de la residencia en la que uno se hace de compinches. Y claro, ya estas en otro nivel. No se bien como seas ahora pero recuerda que eres una persona muy inteligente y una profesional competente, eso no es cuestionable, eso es así—entonces, nada de ponerse demasiado ansiosa, paranoide o asumir posiciones de defensa, deja que la gente te conozca así como te conocieron tus alumnos y ya veras como te echan una mano en todo. Eres, cuando quieres, también muy carismática, y te lo digo yo que cuando te conocí estaba blindado contra afectos y tentaciones.
Aquí la gente desde temprano en las calles guardando lugar y hay quienes pasaron la noche. Hubiese estado bueno que el gobierno aprovechara todo el movimiento económico, logístico, de seguridad y publicitario para traer también a Bono y a los Rolling Stones, así mataban varios pájaros de un tiro. Creo que lo bueno de ser católico es que una vez que llegas a cierto punto de vivencia de la fe, el pecado, especialmente de índole carnal, tiene un gusto especial, como el picante en la comida—no seria lo mismo si uno nunca hubiese luchado contra la pasión, la lujuria y la tentación. El gusto de un beso robado.
Te cuento que hace un par de semanas deje de tomar fluoxetina, que me apreció excelente para todo este primer año de ajuste a la paternidad. Me ayudo con la irritabilidad y pensamientos ansiogénicos, me dio un respiro pero, y no te lo había comentado, mi deseo sexual comenzó a disminuir casi de golpe y en forma gacha más o menos a principios/mediados de Mayo. Por eso le fui bajando y, bendita sea la buena providencia, ya desde hace unos 10 días que regresa en mí aquel dulce gusto por la sensación que me produce, como diría Zorba, “la especie hembra”. Es agradable la sensación esta del deseo, que no es amor y no es amistad, es ganas de estar cerca a alguien, muy cerca, y de preferencia sin ropa. Esto, claro, es bueno para mi matrimonio ya que en todo ese tiempo sin deseo tuve que recibir reclamos directos e indirectos. Insinuaciones de que estaba cenando fuera de casa y que por eso me faltaba el apetito ante el la cocina doméstica sazonada con amor, pero no nada de eso, era una anorexia sexual generalizada. Es así que las cosas se normalizan y con ellas regresa la satisfacción y sosiego conyugal.
Pero, siempre hay un pero y el pero en cuestión es uno que tiene sus peligros. Por un lado esta la memoria, el pasado que sonríe en el presente, y es que por motivos que no entiendo aún, comencé a recordar buenos momentos y personas del pasado, y es posible que FB tenga que ver algo con ello. En el caso de muchas, la mayoría diría yo, no se que fue de sus viajes o destinos, pero hay otras, tal vez las mejores y por eso hay una amistad que subsiste, con quienes sigue habiendo una tenue pero sostenida relación a la distancia. Compartimos pocos días, pero allí están, y creo que tuvo que ver con la excepcionalidad de los momentos mutuos, con el haber vivido unos cuantos días en los que lo único que hacíamos era tener sexo, salir a pasear, comer y volver a tener sexo. Los días en que yo estaba en modalidad maratónica y como no “terminaba” nunca, me podía pasar todo el día sin que se agote el deseo.
Pero dentro de esas excepciones hay una que es tema aparte, convirtiéndose en excepción dentro de ellas al grado de formar otra categoría. Esa, por supuesto, eres tú. Mi memoria del tiempo compartido contigo se agudizó–en lo cotidiano, en lo bueno, también en lo malo y claro, en lo sexoso–recordé, como te mueves, como respiras y “como es que te sientes”. Me gusta pensar en ti así, más integra en el recuerdo, más hembra, más completa. Por eso tal vez te dije hace algunos días que con tres tragos encima de pretexto yo era capaz de todo–cosa que claro se dice fácil a miles de kilómetros de distancia–y vencida la improbabilidad creo que lo haría, por el gusto de hacerlo, así sea que me pusieses el límite, me aventaría y te extendería la mano, a ver si la tomas y caemos (¿o volamos?) juntos. Eres especial y te quiero, eso lo sabes. Y bueno, ambos también sabemos que estamos bien como estamos y que hay que cuidar ese “estar bien”. Pero bueno…
En lo inmediato ando jugando con fuego, como un pirómano que se conforma con el gusto de encender cerillos mientras imagina el potencial de grandes hogueras que cada uno tiene antes de apagarse. La última tentación es Madeleine que me gustó desde que la vi y por quien sentí atracción desde que comenzamos a conversar. Es Inglesa y estoy a buen recaudo porqué llevarse a una británica a la cama sin recurrir al alcohol requiere cuidado y tiempo, así que no hay peligro de quemar nada que no se quiera. Me habla, le hablo, veo como se va interesando, como me abre puertas a una invitación a “hacer algo” y como el que yo no acepte la invitación a invitarla solo logra que me extienda una nueva. Es guapa, rubia, y yo me entretengo adivinando como será en la cama, como se sentirá acariciarle el cabello y el rostro mientras va… chupándomela. Pero, sé que no pasará nada, se que me mantendré a raya… no debo pero quiero, me gusta la sensación.
Así que, tú que eres así, más mocha que yo, dime: si uno cumple en lo sexual, amoroso, financiero y protege a la mujer que ama y a sus hijos, sí uno sabe que es lo más importante que tiene en la vida, sí uno cuida y ayuda, sí uno “es el mejor marido que puede ser”, ¿por qué no puede uno permitirse la libertad de dejarse llevar por el deseo de vez en cuando? Sí sabemos que voy a comer la cena preparada en casa con amor, ¿por qué no me puedo echar un taco al pasto por puro gusto?
Y, por ahora, así van las cosas…
¿Ya te dije que yo también te quiero?
Cuelevre 